La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández
Estoy de vacaciones adormilado en una hamaca. Bostezo y sin abrir los
ojos me los restriego con fuerza, aparecen entonces en mi campo visual formas
caleidoscópicas. Cuando era niño, pensaba que aquello de ver luces y patrones
geométricos era algo mágico que sólo me pasaba a mí cuando me frotaba los ojos
cerrados, igual que hacía Aladino con su lámpara maravillosa. Quizá por eso,
aprovechaba también aquel momento especial para pedir un deseo. Mucho después supe
que esa sensación visual le pasa a todo el mundo y que se denomina fosfeno.
Estoy en el extranjero y llevo varios días sin saber nada de Asturias.
Al principio de mis vacaciones tengo tantas ganas de desconectar, de olvidarme del
mundo, que siempre apago mi teléfono móvil y me niego a leer periódicos o a ver
telediarios. Pero al cabo de unos días, empieza a picarme la curiosidad, tal como
me ocurre ahora mismo que estoy buscando en Internet noticias sobre Grado. Y así
me entero de que, por fin, han derribado los edificios en ruinas de la calle El
Barquillo. Resultaba vergonzoso el lamentable estado de una zona que, por otra
parte, era muy especial para mí pues allí jugaba de pequeño y en uno de esos
edificios derribados empezamos a hacer radio de la mano de Fernando Flórez. Es
una gran noticia para la fisonomía de la villa que se une además a otras
recientes mejoras en el paisaje urbano local como la inauguración de dos nuevos
establecimientos hosteleros o la rehabilitación del edifico de la antigua casa
de postas, en la confluencia de las calles Alonso de Grado y Eduardo Sierra.
Dejo el teléfono y vuelvo a acomodarme sobre la hamaca, ¡voy a hacer mi
magia!, presiono mis globos oculares y pido a mis fosfenos algunos deseos urbanísticos
para la villa moscona: empezando por una circunvalación que solucione el embudo
circulatorio de Las Calles Nuevas, que se salven las paneras del Bolado, la
casa de Álvaro Flórez Estrada en Cimadevilla, que se restaure el entorno del
Infierno, el edificio de la antigua sastrería Feito, el molino del pasaje y las
galerías de los edificios cercanos, la fuente de San Pelayo y un largo
etcétera.
(Publicado en La Voz del Cubia nº 33 de septiembre de 2018)
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