Mendívil, lugar y tiempo
“Nací en Madrid en 1948 y
hacía sol” nos dice
Alberto Mendívil en su Flickr; pero yo no alcanzo a calibrar si el dato más
significativo es ese lugar de nacimiento, el año o el hecho, quizá verídico
quizá imaginado, de que hiciera sol.
En 1968 —seguro
que era mayo— se fue a Paris, luego vivió en Ámsterdam, otra vez Madrid, Cádiz,
fue hippie en Ibiza, Los Ángeles… y ahora… Grado. ¿Pero por qué Grado? Tras
andar por medio mundo, Mendívil vive y tiene su estudio en la antigua casa familiar,
una de las más emblemáticas y con más historia de esta villa asturiana. La
misma a la que venía de niño, en vacaciones. La Casa de los Arcos, al pie de la plaza que alberga
miércoles y domingos un mercado tradicional, en el centro de un microcosmos
rural con aspiraciones burguesas.
Y es aquí, en la Casa de Cultura de Grado, en abril
de 2015, donde lucirá de nuevo aquel sol, aunque afuera, en el exterior, acechen
las nubes e incluso la lluvia. Celebramos la décima edición de los Encuentros
de Literatura y Artes que organiza el Foro de Creación y Lectura de la Biblioteca de Grado,
una efeméride importante que hemos querido compartir con Mendívil, pintor de
prestigio que nos acompañó en aquella primera cena literaria, que ha sido
jurado y ha colaborado con nosotros en tantas actividades.
No soy, ni
pretendo ser, un especialista ni un crítico de arte, pero como espectador si
puedo y quiero hablar de lo que me transmiten las obras de Mendívil. Me
maravilla su capacidad de acercarse a la realidad —ya sea el mar, un bosque o
cualquier otro paisaje— y hacerla suya a través de su propia sensibilidad y
estilo. Alberto pinta lo que ve de verdad, plasma en sus lienzos lo que
realmente percibe, por eso me recuerda a aquellos impresionistas que fueron
capaces de superar y rebelarse ante los convencionalismos de la pintura
académica, que fueron más allá de la tradición pictórica y de aquellos artistas
técnicos que pintan lo que está establecido, lo que se sabe que hay en lugar de
lo que realmente se ve.
Con Mendívil me ocurre
lo mismo que cuando veo una película en otro idioma y que aunque no entiendo
del todo no me importa, pues me quedo prendado de la imagen. Por eso no procede
que yo interprete su obra, ni siquiera que la entienda, ni me pregunte cómo,
porqué, para qué… en lugar de ello me limito a asentir con la cabeza y seguir
mirando esas olas, esos árboles o esos monolitos que acompañan y perturban un
paisaje.
De Alberto me
interesa también su parte “obscena”, es decir, la que está fuera de escena,
fuera del cuadro, lo que no vemos en el lienzo. La mayoría de la gente
(sobre)vivimos como podemos, pero Alberto ha vivido siempre como ha querido. Ha
sido siempre un pintor, un artista, un lector, un pensador y un vividor libre,
libre para crear, libre del servilismo de la finalidad. Como artista no está
sujeto a la seguridad de un trabajo fijo, de un horario, de un sueldo; pero
todo artista está sujeto a su propia voluntad, a su instinto y determinación, a
su destreza mental y con el pincel. Estoy convencido que Mendívil, como su
obra, no puede ni debe ser de otro modo.
Tras exposiciones
individuales en Ámsterdan, Madrid, Ibiza…El lugar para esta retrospectiva de
Mendívil es Grado… ¿Pero por qué Grado?... Y por qué no, lo verdaderamente
significativo no es el lugar, ni el tiempo, sino el hecho, quizá verídico quizá
imaginado, de que hará sol.
Gustavo Adolfo Fernández
Coordinador de Cultura del Ayuntamiento de Grado y miembro del Foro de Creación y Lectura
(Publicado como prólogo del catálogo “Pinturas acrílicas : Alberto
Mendívil. X Encuentros de Literatura y Artes. Casa de la Cultura de Grado, del
10 de abril al 8 de mayo de 2015”)