miércoles, 26 de septiembre de 2018

Artista versus divo

La Mosquitera
Artista versus divo
Gustavo Adolfo Fernández

Hay mucho engreído por el mundo, mucho ego demasiado hinchado a punto de estallar. También en el ámbito de la cultura y el arte hay mucho divo pagado de sí mismo. Por eso admiro tanto a ese otro tipo de artistas como Favila, que es un extraordinario y reconocido pintor y escultor pero al mismo tiempo una persona sencilla, prudente y, hasta me atrevería a decir, humilde. Amado González Hevia, “Favila”, colabora en multitud de proyectos altruistas. En Grado acaba de realizar junto a Carmen Peláez y Juan de la Fuente el ya famoso trampantojo frente a la Casa de Cultura, es uno de los promotores del colectivo ArtGrao que organiza la Bienal de Pintores Moscones, las clases gratuitas de pintura al aire libre en verano y tienen en proyecto murales de arte en la calle o un concurso de pintura rápida de rincones de la villa. Pero además, Favila lleva años colaborando con colectivos locales diseñando carteles, haciendo de jurado, donando cuadros… Bien pensado, Favila es quizá demasiado generoso; siempre he dicho que igual que pagamos por sus servicios a los fontaneros, electricistas o albañiles, también los intelectuales y artistas deben cobrar por su trabajo, ya sea impartir una conferencia o diseñar un cartel. Pero ya sabemos que en esta sociedad el trabajo intelectual no está valorado. Cosa muy distinta son los divos que mencionaba al comienzo de mi artículo. Cada vez aguanto peor a los pedantes, a esos reyes del mambo que actúan como si todo el mundo les debiera pleitesía, como si sólo ellos fueran verdaderos artistas y el resto unos farsantes sin talento. Por eso quiero darle las gracias públicamente a Favila, por ser un gran artista, por colaborar siempre con su patria chica, pero sobre todo por ser buena persona.

(Publicado en La Voz del Cubia nº 23 de noviembre de 2017)

domingo, 16 de septiembre de 2018

Aclaración a un texto mío publicado sin permiso y mutilado


Lamento tener que emplear este blog para algo desagradable. He tenido que enviar el siguiente comentario a la web gradonoticias.com porque han publicado sin mi  permiso, mutilado y plagado de errores y faltas de ortografía lo que se supone que fue mi discurso como Cronista Oficial durante la inauguración de la plaza dedicada al doctor D. Francisco Crego.

Este es el texto que envié a esa web:

Me avisan que aparece parte de mi discurso reproducido en este blog-web (o lo que sea) y tengo que aclarar varias cosas:

1º/ El texto reproducido no es el que yo leí esta mañana en la inauguración de la plaza de Crego. Está incompleto, plagado de faltas de ortografía y omisiones que lo hacen casi ilegible. Y desde luego yo no lo redacté así.

2º/ Yo no le facilité el discurso a nadie, ni se me ha pedido permiso para transcribirlo (insisto que aparece plagado de erratas, faltas de ortografía y mutilado en parte).

3º/ Si Javier Alonso me hubiera pedido el discurso, aunque está redactado para ser leído y no publicado, se lo hubiese facilitado sin ningún problema, PERO TENGO QUE PEDIRLE QUE RETIRE DE INMEDIATO DE SU WEB ESE TEXTO QUE SE ATRIBUYE ERRÓNEAMENTE A MÍ.

4º/ Ese texto yo no lo he escrito así ni mucho menos (con faltas de ortografía, erratas, faltan párrafos enteros...). Lamento la falta de rigor, la negligencia y/o la mala fe de atribuirme a mí este texto que daña mi reputación.

Colgaré el texto verdadero en mi blog "Crónicas Mosconas" ahora mismo aunque, insisto, era un texto pensado y redactado para ser leído y no publicado.


Reproduzco ahora el texto íntegro que había redactado sólo para ser leído en mi discurso, un texto sencillo y que no estaba pensado para ser publicado y que sólo lo hago para aclarar y marcar diferencias con lo publicado en la mencionada web:


Plácido Rodríguez, Concejal de Cultura (gracias por invitarme a participar en este acto). Alcalde, concejales, autoridades.
Hijas de Don Francisco Crego, Ana y Teresa (mis dentistas)…
Familiares… amigos y vecinos de Grau

“Los nombres permanecen. Los nombres quedan” así decía Fernando Beltrán en su libro titulado, precisamente, “El nombre de las cosas”.

Nombrar, bautizar, poner nombre a una calle o a una plaza no es, o no debería ser sencillo… Porque, repito, “Los nombres permanecen…los nombres quedan”. Y yo añado que dicen mucho de nosotros… ahora, en el presente… y también en el futuro, cuando nuevas generaciones de moscones se fijen en estas placas y en esos nombres, y se pregunten a quién o a qué hacen referencia.

La toponimia de una localidad, de un lugar, nos cuenta mucho de la historia, de la idiosincrasia, de la singularidad de una comunidad. También nos habla de la sensibilidad y buen criterio de los promotores de esas denominaciones y de las autoridades que las aprueban.

Son personas relevantes, colectivos, incluso acontecimientos, hechos o recuerdos históricos los que dan nombre a las calles o plazas de Grao y de otras localidades… Nombres que permanecen como testigo, como homenaje, gratitud y recuerdo de toda la comunidad.

Hoy, con todo merecimiento, inauguramos la plaza dedicada al médico Don Francisco Crego Marcos. Hoy Grado honra la memoria de una persona muy querida y respetada, hijo Adoptivo del Concejo de Grado y Moscón de Oro Local. Pero hoy, Grado, esta colectividad, se hace un gran regalo a sí misma, añadiendo a su toponimia, a su historia, a su memoria colectiva como pueblo a nuestro añorado médico.

Don Francisco Crego Marcos, nació en 1933 en Salamanca, donde estudió la carrera de Medicina, que fue para él su profesión, su vocación y su vida.

Don Francisco llegó a Grado en 1960 para convertirse en médico del concejo durante más de 50 años. Cuando aquel joven doctor llega a Grado, recién iniciada la década de los años 60, la asistencia médica como prestación pública no estaba generalizada. El "seguro", como se decía en la época, no alcanzaba a todos, lo tenían los obreros, pero no otros  vecinos del concejo, como campesinos, comerciantes o industriales, que tardarían aún casi dos décadas en obtenerlo.

Por aquel entonces, la mayor parte de la población de nuestro concejo vivía en aldeas muy diseminadas en el territorio y a las que costaba llegar a través de unas carreteras (o simples caminos) casi siempre en malas condiciones.

Poco le importaban a Francisco Crego —"Don Francisco" para todos los moscones— las desfavorables condiciones y escasos medios con los que tuvo que trabajar durante sus primeros años de estancia en el concejo. Durante décadas atendió a los que tenían seguro y a los que no, a los que podían pagar y a los que no, y anduvo de noche y de día por todos los pueblos y casas donde se le reclamaba. Siempre con su maletín bajo el brazo o colgado de la mano, de aquí para allá de forma incansable sin tener en cuenta si era sábado, domingo o festivo. En su casa siempre se atendía el teléfono y las urgencias, llamar a "Don Francisco" siempre fue garantía de hallar una respuesta.

Por sus manos expertas han pasado generaciones y generaciones de moscones que han tenido una fe ciega en su médico, un prestigio ganado a pulso por sus cualidades profesionales y humanas. Y por supuesto, yo no hablo de oídas, mi propio padre, Emilio, jamás quiso acudir a otro doctor, ni siquiera a especialistas, que no fuera Crego.

Es curioso de lo que uno se acuerda, yo recuerdo entrar en el despacho, en la consulta particular del doctor Crego, y ver en una estantería una reedición completa de las novelas del coyote que yo mismo estaba leyendo por aquel entonces, a mediados de los años 80. Lo cierto es que me sorprendió y me agradó enormemente que una persona que yo admiraba fuera aficionada también a aquellas novelas de vaqueros. Lamento no haber hablado nunca con él de este tema.

"Don Francisco", representa la figura de ese médico rural de abnegada dedicación, un médico que nunca quiso dejar Grado, pese a que tuvo oportunidades para ello. Y que tampoco dejó nunca de ejercer su amada profesión.

Poner el nombre de Don Francisco Crego Marcos a esta plaza en concreto es además un acierto y tiene pleno sentido pues es la plaza, el lugar de paso y de acceso al centro de salud de Grau.

“El nombre de Francisco Crego permanecerá… el nombre de nuestro añorado médico quedará para siempre ligado a nuestra villa, a nuestro concejo” porque es justo, porque de bien nacidos es ser agradecidos. En definitiva, porque esta plaza tiene el nombre que se merece… y Don Francisco Crego un lugar en la historia de Grado.

Muchas gracias

martes, 11 de septiembre de 2018

¡Efrén, te odio!

¡Efrén, te odio!

Epílogo al libro "Poemas para Margot" de Efrén Cañedo (Suburbia, 2015)

Ya sé que nunca se es demasiado joven para escribir, ya sé que la escritora Flannery O´Connor dijo que “cualquiera que haya vivido hasta los dieciocho años tiene suficientes historias para toda una vida”… pero cada vez que leo un poema de Efrén Cañedo, escucho una de sus canciones, cuando viene a verme a la Casa de Cultura con un nuevo proyecto o simplemente le veo pasear con su perro, no puedo evitar odiarle un poco. Odiarle por su juventud y precocidad (¿cómo pudo escribir su primer libro “Poemas de ciertos días” con sólo 18 años?), aborrecerle por su talento, por su valentía, porque es emprendedor y atrevido.

Se ha dicho que las novelas son el equivalente literario de una sinfonía y los cuentos de las canciones. Por eso, los poemas de Cañedo son sin duda un rap, porque antes de un Efrén poeta hubo un Efri rapero. En los mejores raps, en las buenas canciones en general, cada palabra cuenta, se da una precisión y una economía que nos recuerda a la poesía y que también nos emociona por igual. Por eso también te detesto Efrén, porque me emocionas.

Para escribir cualquier obra de ficción no basta con tener una buena idea, lo complicado es plasmarla sobre el papel en blanco, dedicar el tiempo y el esfuerzo suficiente para que varios borradores den como fruto un poema. Hace falta también dominar el oficio, tener talento y experiencia. Mi pregunta es ¿de dónde ha sacado este repelente chico esta experiencia, este bagaje, este aplomo, este oficio? Efrén escribe sobre aquello que despierta su interés y con ello nos contagia a nosotros, sus lectores.

Hablando de lectores, algunas personas escriben sin parar pero no sienten la necesidad de mostrárselo a nadie y disfrutan de la escritura siendo inéditos. Pero Efrén siempre ha tenido claro que quería ser leído y escuchado, ver editados sus textos y sus canciones.  Pues resulta que en este ámbito, el de la edición, nuestro odioso amigo ha demostrado también que sabe desenvolverse con soltura y mueve Roma con Santiago hasta llevar su proyecto a buen puerto.

“Poemas para Margot” antes que libro fue una exposición que Efrén y  el Foro de Creación y Lectura de la Biblioteca organizaron en Grado y que luego se exhibió en otras localidades asturianas. Fue y es un proyecto muy atractivo pues aúna los poemas de Efrén con ilustraciones inspiradas por estos textos que son obra de distintos pintores e ilustradores vinculados con el concejo de Grado. Aquí colaboran altruistamente varios artistas de distintos ámbitos artísticos, o sea, la quinta esencia de lo que quiere ser el Foro de Creación y Lectura. Confieso que también tengo unos celos terribles por la capacidad de Efrén de aglutinar e implicar a tanta gente, a todos estos artistas, en su proyecto.

En fin, Efrén, creo que ya te he explicado suficientemente por qué te odio, aunque ya sabes que, en el fondo, el odio y el amor son dos caras de la misma moneda.