martes, 24 de septiembre de 2019

¡Gracias pibe!

¡Gracias pibe!
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández

José María López Fernández, “el pibe”
En los últimos años se han multiplicado las donaciones de libros que nos llegan a la biblioteca de Grau, pero hay un legado realmente especial y que nos ha emocionado.  José María López Fernández, “el pibe” de Casa el Moreno en Picaroso,  pidió a su familia y amigos una última voluntad antes de morir, que su importante colección de libros se depositara en la biblioteca pública moscona para el uso y disfrute de todos los vecinos.

José María emigró a la Argentina con 18 años, llegó allí con poca formación y los bolsillos vacíos, pero era un joven espabilado que trabajaba por el día y estudiaba la rama industrial por la noche. Fue tornero fresador y también delineante haciendo despieces de calderería. Disfrutó de buenos trabajos y bien pagados, pero con 40 años tuvo que regresar a Picaroso y hacerse cargo de la casería familiar. Esto no impidió que siguiera siendo un lector voraz, ávido de aprender, de dialogar con sus amigos y vecinos. También le interesaron las nuevas tecnologías, aunque le pillaran ya un poco mayor, por lo que se lamentaba diciendo “me voy a morir y me voy a perder todas estas cosas”.

Las inquietudes intelectuales de Pepe tienen su reflejo en los libros, películas y música que su familia y su amigo Juan Carlos García López nos han ido trayendo en los últimos meses a la biblioteca. Colecciones enteras de libros  de divulgación científica y técnica, de historia de las antiguas civilizaciones, novelas… discos de ópera  y zarzuela…

José María López falleció el 11 de octubre de 2017, tenía 86 años.

¡Pibe, qué pena me da no haberte tratado en vida, no haberte conocido, lo haremos a través de tus libros, gracias!

(Publicado en La Voz del Cubia nº 34 de octubre de 2018)

jueves, 11 de abril de 2019

Mi único derbi

Mi único derbi
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández

Faltan pocos días para un nuevo derbi  entre el Oviedo y el Sporting. Yo soy seguidor del equipo de la capital del Principado, pero en una sola ocasión he visto el derbi en el campo y dudo que vuelva a repetir la experiencia.

En la temporada 1988-89 yo no había cumplido aún los 18 años y los dos equipos asturianos estaban en Primera División. En la jornada 37 tocaba enfrentamiento en el campo del Molinón de  Gijón y para allí me fui con Rafa,  un amigo unos meses mayor que ya tenía carné de conducir y una cirila con una orgullosa pegatina del Real Oviedo.

Una vez en el campo nos fuimos a la zona donde estaban los aficionados carbayones y sacamos al viento nuestras bufandas azules. Poco recuerdo del partido, salvo que empatamos a cero goles y que el portero del Sporting era el moscón Pedro Rodríguez Alfaro. Faltando pocos minutos para acabar el encuentro decidimos marcharnos para evitar follones, pero salir solos fue un tremendo error, a la puerta esperaban ya unos cuantos energúmenos que nos rodearon y empezaron a pegarnos. A mí, me arrinconaron contra el muro del estadio, me arrancaron la bufanda y uno de los golpes me partió el labio. Recuerdo a Rafa tirando de mi brazo y gritándome que corriera. Así lo hicimos y pudimos finalmente zafarnos de nuestros agresores.

Tan nerviosos nos pusimos que nos perdimos con el coche. Estábamos parados en un semáforo, cuando delante de nosotros comenzó a cruzar el paso de peatones el matón que me había partido el labio. Rafa y yo nos miramos un segundo, no había nadie más en aquella callejuela secundaria, podíamos haber salido a vengarnos o acelerar para atropellar a aquel imbécil, pero alguno de los dos dijo “pasamos”. Él también nos reconoció y siguió cruzando la calle nerviosísimo. Nada le hicimos ni le dijimos, cuando el semáforo se puso en verde seguimos nuestro camino.

Querido agresor, ya que “no moriste atropellado” en aquel paso de peatones, espero que hoy, 30 años después, puedas disfrutar del derbi sin agredir ni insultar a nadie. Que gane el mejor, y que el mejor sea el Oviedo.

(Publicado en La Voz del Cubia nº 26 de febrero de 2018)

miércoles, 10 de abril de 2019

Urnas con Flor

Urnas con Flor
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández

¿Pero a quién se le ocurre poner las elecciones generales el mismo día de La Flor de Grau? ¿Seremos capaces los moscones de compatibilizar folixa y política el domingo 28 de abril? El mercado tradicional, el Certamen de la Faba, las verbenas y las distintas actividades festivas de esta Primera Flor de Grau coincidirán con una de las jornadas electorales más trascendentales e inciertas de la historia democrática de este país.

Pena me da (y toco madera) de aquellos ciudadanos moscones a los que les toque ser presidentes y vocales de las mesas electorales. Pobres políticos e interventores que no podrán disfrutar de esta feria tan tradicional en Grau. Al resto de vecinos, la incertidumbre política también nos puede amargar La Flor, o quizá sea todo lo contrario y este ambiente festivo local nos sirva para olvidar por un rato, o al menos aplazar, el miedo a lo que pueden depararnos en esta ocasión las urnas.

En todo caso, disfruten ustedes de esta tan peculiar Flor, pero no se olviden de votar. No se despisten, organicen bien su tiempo y que el vermú no impida su derecho al voto. Un derecho que, esta vez más que nunca, yo siento casi como una obligación ciudadana y ética.

Entiendo perfectamente que ir a votar un día de fiesta puede dar cierta pereza. Muchos de ustedes pensarán que es complicado decantarse por uno u otro partido, que ahora hay unos cuantos donde elegir, que ninguno les convence y que todos los políticos son iguales. ¿Están ustedes seguros de esto último? Ojo que la desidia es peligrosa en este caso. Ya saben, si no votan, luego no se lamenten ni se quejen. Mediten bien su voto, vayan el domingo 28 de abril a depositar su papeleta en la urna y luego, sólo luego, por unas horas disfruten de La Flor. Más tarde, cuando se cierren los colegios electorales, tiempo tendremos de respirar aliviados o echarnos a temblar.

(Publicado en La Voz del Cubia nº 39 de marzo de 2019)

miércoles, 23 de enero de 2019

Admirable loco

Admirable loco
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández
Es muy cómodo adorar a dioses todopoderosos, igual que es sencillo admirar a infalibles héroes de novela o tebeo. También es costumbre tener cómo ídolos a famosos inaccesibles, de los que sólo nos llegan sus ecos públicos pero  a los que jamás hemos visto en persona. Lo realmente complicado es reconocer la valía de tu vecino, de aquella persona que tienes tan cerca que puedes ver hasta la última de sus arrugas y el más nimio de sus defectos.
Los Encuentros de Literatura y Artes de Grado rinden homenaje este mes al maestro y escritor Antonio G. Areces con motivo del aniversario de su fallecimiento, un “cabudañu cultural” que incluye la edición de un poemario y una muestra colectiva de artistas de su generación, sin duda una de las mejores exposiciones que se han visto nunca en la Casa de Cultura moscona. El escultor Fernando Alba, coordinador de esta exposición y amigo desde la juventud de Ton Areces, ha dicho que “Grado homenajea ahora al que antes llamaba loco”, por suerte ahora son otros tiempos y también otro Grado.
Hace ya trece años, Ton estuvo en la primera edición de estos Encuentros, participó también en aquella primera cena literaria, en la revista literaria “Las Hojas del Foro” y en los clubs de lectura. Ahora, el Foro de Creación y Lectura ha decidido que estas jornadas culturales  lleven el nombre de Toni Areces.
Escritor, filósofo, ex activista político, crítico de arte, poeta, maestro y referente para todos cuantos aman la cultura en este concejo. Esta columna se me queda pequeña para contar todo lo que querría sobre Ton, pero quiero finalizar recordando una anécdota personal. Al llegar a la adolescencia mis amigos fueron poco a poco dejando de leer tebeos, pero yo seguía disfrutando con ellos aunque me diera un poco de vergüenza. Fue entonces cuando coincidí con Ton en una librería de Grado y descubrí que aquel señor tan culto, aquel maestro, también leía cómics, lo que reforzó mi afición al llamado noveno arte. Creo que nunca te conté esto en vida ni te di las gracias por ello, lamento que mi gratitud y la de tu pueblo hayan llegado tarde.
(Publicado en La Voz del Cubia nº 30, junio de 2018)

martes, 22 de enero de 2019

Cenotafio

Cenotafio
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández

Hay personas que no deberían morir nunca, gente que aporta tanto y deja tal huella que permanece para siempre en la memoria colectiva de una comunidad. En Grado, por desgracia, hemos tenido en este último mes varios ejemplos como los fallecimientos de Antonio Pavón y Emilio Huerta "Triqui" o los homenajes póstumos a Ton Areces y José Antonio Fernández "Zapata".
Un cenotafio es un monumento funerario en el que no está el cadáver del personaje a quien está dedicado. Por alguna razón me acordé de esa palabra en el cementerio, durante el entierro de nuestro querido Antonio Pavón Palomo. Al ver su tumba llena de flores aportadas tanto por familiares como amigos, instituciones o asociaciones, quise creer que Toni Pavón no podía estar bajo aquellos mármoles, sino que seguía muy presente entre nosotros, entre todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Desde luego que Toni ha dejado huella en Grado, a donde llegó de su Antequera natal siendo un adolescente, un concejo moscón que amó, honró y por el que trabajó altruistamente como el que más a través de distintos colectivos. Siempre nos quedará el recuerdo de una persona extraordinaria que, como buen andaluz, trasmitía alegría y, como buen asturiano de adopción, siempre podías contar con él. ¿Quién nos recordará ahora las efemérides locales o los cumpleaños? ¿Quién nos recitará poesías?... Nadie podrá sustituir la figura ni la labor de Toni Pavón. Nos queda el consuelo de que su querido Grado le devolvió algo de gratitud cuando se le nombró con todo merecimiento Hijo Adoptivo. Pero me niego a hablar de él en pasado. Su mujer, Regina, va a seguir pagando el carné de socio nº1 del Mosconia porque Pavón sigue aquí, con nosotros. Su tumba es un cenotafio del que Toni se ha escapado para estar con su familia, para seguir asistiendo en primera fila a todos los actos de la Casa de Cultura, para regalar globos a los niños con los que se cruza por el parque, para hacer su ronda de visitas a las dependencias municipales, a la residencia, al Casino… Una enfermedad ocular, la retinosis pigmentaria, privó de la vista a Toni hace años… pero los ciegos fuimos nosotros.
(Publicado en La Voz del Cubia nº 31 de julio de 2018)