martes, 22 de enero de 2019

Cenotafio

Cenotafio
La Mosquitera
Gustavo Adolfo Fernández

Hay personas que no deberían morir nunca, gente que aporta tanto y deja tal huella que permanece para siempre en la memoria colectiva de una comunidad. En Grado, por desgracia, hemos tenido en este último mes varios ejemplos como los fallecimientos de Antonio Pavón y Emilio Huerta "Triqui" o los homenajes póstumos a Ton Areces y José Antonio Fernández "Zapata".
Un cenotafio es un monumento funerario en el que no está el cadáver del personaje a quien está dedicado. Por alguna razón me acordé de esa palabra en el cementerio, durante el entierro de nuestro querido Antonio Pavón Palomo. Al ver su tumba llena de flores aportadas tanto por familiares como amigos, instituciones o asociaciones, quise creer que Toni Pavón no podía estar bajo aquellos mármoles, sino que seguía muy presente entre nosotros, entre todos los que tuvimos la suerte de conocerlo.
Desde luego que Toni ha dejado huella en Grado, a donde llegó de su Antequera natal siendo un adolescente, un concejo moscón que amó, honró y por el que trabajó altruistamente como el que más a través de distintos colectivos. Siempre nos quedará el recuerdo de una persona extraordinaria que, como buen andaluz, trasmitía alegría y, como buen asturiano de adopción, siempre podías contar con él. ¿Quién nos recordará ahora las efemérides locales o los cumpleaños? ¿Quién nos recitará poesías?... Nadie podrá sustituir la figura ni la labor de Toni Pavón. Nos queda el consuelo de que su querido Grado le devolvió algo de gratitud cuando se le nombró con todo merecimiento Hijo Adoptivo. Pero me niego a hablar de él en pasado. Su mujer, Regina, va a seguir pagando el carné de socio nº1 del Mosconia porque Pavón sigue aquí, con nosotros. Su tumba es un cenotafio del que Toni se ha escapado para estar con su familia, para seguir asistiendo en primera fila a todos los actos de la Casa de Cultura, para regalar globos a los niños con los que se cruza por el parque, para hacer su ronda de visitas a las dependencias municipales, a la residencia, al Casino… Una enfermedad ocular, la retinosis pigmentaria, privó de la vista a Toni hace años… pero los ciegos fuimos nosotros.
(Publicado en La Voz del Cubia nº 31 de julio de 2018)

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