Uno de mis vicios confesables es el de coleccionar efemérides, llenar cuadernos con fechas y recortes. Este año se cumple el 50 aniversario de la película de Luis García Berlanga “¡Bienvenido Mister Marshall!”, una sátira ambientada en un pueblecito castellano de la posguerra al que anuncian la llegada de los americanos y su Plan Marshall.
Los vecinos de este pueblo, Villar del Río, preparan un gran recibimiento a los yanquis que personifican sus esperanzas, una especie de “El Dorado” que les llenará de dólares y regalos.
Grado busca también su particular El Dorado en la autovía; cuando se empieza a caer cualquier asidero es bueno sobre todo si no se está seguro de cuando se ha tocado fondo.
Parece que el Plan Estratégico puesto en marcha va tomando forma, y bien está que se tomen medidas e iniciativas, pero que no se queden en mera fachada como el decorado de cartón piedra que montan en Villar del Río. Los moscones, para esperar y recibir a nuestros particulares americanos no nos vestiremos con traje andaluz como hacen en la película, sino con uno hecho a medida y que convine el estilo clásico (mercado, comercio, huerta...) con un toque más moderno (polígono industrial, ofertas de ocio y cultura, recursos naturales…). Aunque no se sepa nada de moda, resulta obvio que no vendría mal añadir a nuestra indumentaria una pizca de vivienda más asequible, el dichoso aparcamiento, el apoyo a los núcleos rurales, un par de buenos restaurantes, alguna empresa potente, recuperar del ostracismo el parque de arriba y… pongan ustedes el resto incluyendo o no, según el gusto, la mediana superficie con plaza y cine.
Me quedo con el mensaje progresista de la película de Berlanga, la única manera de prosperar y levantarse es trabajando, a ser posible juntos. Si al final los americanos no paran que no sea porque los moscones no hayamos hecho todo lo que estaba en nuestra mano. Luego ya podremos discutir si destinamos el 1% de la autovía que se queda en Grado a la recuperación de la muralla medieval y el entorno de la Casa de Cultura, al auditorio que esperemos sea también cine y teatro público, o a recuperar la antigua sidrería El Infierno como espacio asociado al futuro museo etnográfico.
Hay un detalle que puede parecer nimio pero que considero significativo, hoy estas líneas que lees se incluyen en las páginas de “Oviedo y Centro”, cuando hasta hace poco las noticias sobre Grado aparecían en el “Occidente Semanal”. La autovía no esta terminada todavía, pero parece que Grado ya se va acercando al centro metropolitano de Asturias.
No estaría mal que dentro de unos cuantos años, al repasar mis cuadernos de efemérides, me encuentre apuntadas con letras de oro las fechas de inicio e inauguración de la autovía y pueda entonces decir que aquel fue el punto de inflexión para Grado.
(Publicado en La Nueva España del 14 de diciembre de 2002)