sábado, 11 de marzo de 2023

El mal

El mal

Gustavo Adolfo Fernández

“el funcionario corrupto soy yo,

el funcionario honrado soy yo,

el hombre capaz de lo mejor,

el hombre capaz de lo peor,

el hombre a secas, yo”

Fernando Beltrán

Esta semana, el Departamento de Lengua del Instituto César Rodríguez me invitó a un encuentro literario de los alumnos de 1º de bachillerato con Ricardo Menéndez Salmón, uno de los escritores actuales más interesantes y que tenemos la suerte de que, al ser asturiano, ha estado en Grado ya en varias ocasiones. Ricardo no es sólo un gran escritor, es también un extraordinario comunicador y, dada su formación filosófica, en sus charlas siempre dice cosas interesantes. Cualquiera de sus novelas es totalmente recomendable, pero fue “La ofensa” la que inició su denominada “trilogía del mal” y la que le consagró en el panorama literario nacional.

Acudí a la charla tras varios días preocupado por un asunto que, aunque escapa a mi control y tiene sólo una importancia relativa, lo cierto es que está perjudicando mi sueño y mi maltrecha tensión arterial. Cerca de cumplir 48 años, yo quería creer que ya no me afectaban como antaño las decepciones y reveses de esta perra vida, pero se ve que no es así, que sigo sin criar callo. En fin, como ya dijo Calderón de la Mierda, esta vida es una Barca.

El caso es que todo esto me ha provocado cierta obsesión, supongo que sólo temporal, en buscar explicación al origen y las motivaciones de ciertos comportamientos viles, inmorales y, por qué no decirlo, malvados.

Naturalmente no todo es blanco o negro, hay matices, hay porqués, la gente alterna buenas y malas acciones, pero para resumir yo aplico a mi vida una sencilla regla: alguien que hace daño a sabiendas es una mala persona, también el que es injusto de forma consciente o quien abusa de su posición, el que pide pero no da o el que exige pero no cumple. También tengo claro que quien se lleva algo que no es suyo es un ladrón. A todos ellos, si no puedo combatirlos, al menos trato de evitarlos.

(Publicado en La Voz del Cubia nº38 de febrero de 2019)

La Florina y la sidra

La Florina y la sidra

Gustavo Adolfo Fernández

Estoy aprovechando mis vacaciones estivales para documentarme y preparar una charla sobre la sidra en Grau que espero dar a finales de año en el marco de las XII Jornadas de Estudios Locales que organiza el Museo Etnográfico. La candidatura a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y la concesión del Moscón de Oro 2019 a la Cultura Sidrera Asturiana son dos buenas y confluyentes disculpas para repasar esta historia de la sidra en nuestro concejo. Desde estas líneas quiero agradecer a los informantes que me están ayudando y, al mismo tiempo, me atrevo a pedir también la colaboración de cualquier persona que pueda facilitarme fotografías o información sobre llagares, sidra y manzana en Grau.

El caso es que repasando distinta documentación y bibliografía sobre el concejo moscón me estoy encontrando con muchos datos que yo desconocía o de los que ya no me acordaba y que, aunque nada tienen que ver con este tema que me ocupa de la sidra, me resultan muy interesantes. Quizá lo que más me ha llamado la atención ha sido que en el Catastro de Ensenada, realizado en el año 1752, se diga que las ferias de la villa eran “la Flor, la Florina y San Simón”. He de confesarles que me fascina ese nombre de Florina, con ese diminutivo en -ina de resonancia tan cariñosa y a la vez tan típicamente asturiano.

No sé cuándo dejó de utilizarse Florina para designar a esta tradicional fiesta y feria que hoy, 267 años después, conocemos como la Segunda Flor, pero su nombre ha ido cambiando ligeramente a lo largo del tiempo. En 1907, el libro Grado y su concejo de Álvaro Fernández Miranda habla de “La Flor primera y la Flor postrera” que cada una duraba entonces dos días, domingo y lunes, frente a las tres jornadas que se prolongaban antes del siglo XX. El Álbum comercial, descriptivo, gráfico y literario de Grado, editado en 1924, nos cuenta que “las principales ferias, conocidas por <La Flor Primera> y <La Flor Segunda>, tienen lugar el primer domingo después de la Pascua de Resurreción y siete semanas después”.

No pretendo que se le cambie de nuevo el nombre a la Segunda Flor, pero quizá podría recuperarse de alguna manera esta palabra tan guapa de Florina para que ambas denominaciones convivan y que las sigamos celebrando muchos años más, a ser posible, con buena sidra.

(Publicado en La Voz del Cubia nº45 de septiembre de 2019)