miércoles, 24 de mayo de 2017

Discurso de toma de posesión como Cronista Oficial de Grado/Grau

Discurso íntegro de toma de posesión de Gustavo Adolfo Fernández como Cronista Oficial de Grado/Grau (10 de febrero de 2017)


Para el escritor Alex Haley, la mejor forma de comenzar un discurso es con la frase “Dejadme que os cuente una historia”. Nadie quiere escuchar un rollo, un sermón, una parrafada aburrida, pero por el contrario a todo el mundo le encantan los cuentos… Así que dejadme que os cuente una anécdota personal, un cuento:

Si hoy estoy aquí es gracias a un fracaso.
Cuando acabé el instituto, quise estudiar Bellas artes, dibujaba, me apasionaban los tebeos, iba a clases de pintura, así que me presenté a las pruebas de acceso a la facultad de Bellas Artes de Salamanca. A los aspirantes nos encerraron durante no sé cuantas horas en aquellas aulas para que pudiésemos elaborar, para que pudiésemos crear, una obra artística que determinaría nuestra aptitud para ingresar o no. Yo pinté un cuadro al óleo horroroso y vulgar, así que no aprobé. Desde entonces no he vuelto a Salamanca, un dato anecdótico, pero desde entonces, 27 años después, tampoco he vuelto a pintar ni prácticamente a dibujar nada, y esto sí que es significativo.
El siempre citado en Grao, Don Valentín Andrés Álvarez, dejó en su día los cuentos por las cuentas, su faceta de literato por una brillante carrera como economista. En mi caso, aquel fracaso me hizo cambiar los lienzos por los libros, el pincel por aquella antigua máquina de escribir francesa de mi madre. 
La pintura no es más que literatura hecha con pinceles, quizá a mí me pasó como a los niños pequeños, que antes de aprender a leer y escribir, pintan, dibujan…
¿Qué habría sido de mi vida si hubiera entrado en Bellas Artes? Quien sabe, lo cierto es que al final no me marché de Asturias; comencé a estudiar historia en la Universidad de Oviedo y aquel mismo curso, con 18 años, conocí a la que hoy es mi mujer, Fernanda. Por cierto, que empezamos a salir tal día como hoy, un 10 de febrero de 1990.
—¡Estás loco, estudiar historia, eso no tiene salida!—me dijeron entonces en más de una ocasión— Aún hoy se repite como una máxima eso de que “las carreras de letras no tienen futuro”. Pero no hagáis caso, a mí no me ha ido mal del todo. Tuve la suerte de estudiar algo que me gustaba y de tener profesores como Leopoldo Sánchez Torre (Director del Aula de las Metáforas, esa biblioteca especializada en poesía que disfrutamos en la Casa de Cultura de Grado) y Josefa Sanz, Cronista Oficial de Avilés, ambos hoy aquí presentes, lo cual les agradezco enormemente.
Decía antes que estoy aquí gracias a un fracaso, pero también otros acontecimientos y circunstancias me han traído hasta aquí, hasta este acto, hasta esta toma de posesión como Cronista de Grado: Estudiar historia, colaborar con varios periódicos y medios de comunicación…
En el año 1997 viví una de mis experiencias profesionales más gratificantes, estuve contratado durante unos meses para realizar un inventario del patrimonio histórico-artístico y de los recursos naturales de los concejos del Camín Real de la Mesa, que por aquel entonces se acababan de asociar e incluían los municipios del valle del río Cubia, del Trubia y del Pigueña. Fueron unos meses intensos pero maravillosos, sobre todo el trabajo de campo, que me permitió conocer de primera mano toda la comarca, su patrimonio, sus pueblos, sus gentes abiertas y generosas, que sólo te preguntaban dos cosas:
—¿y tú de dónde yes… y tú de quién eres?— Sin casi contestar ya te trataban como un conocido, te enseñaban el hórreo, su casa, todo el pueblo, contestaban con paciencia todo cuanto les preguntaba y no te dejaban marchar hasta que tomabas algo con ellos.
Fue entonces cuando nació mi fascinación por los hórreos, uno de los símbolos más representativos de Asturias, lo que no impide su lamentable estado de abandono y desconocimiento tanto de las administraciones como de la propia sociedad asturiana. Pero eso es otra historia que daría, no sé, para escribir un libro que podría titularse “patrimonio olvidado”.
Leer, también me ha traído hasta aquí.
Para mí, el libro, la lectura, son una necesidad. Por eso decidí hacer la especialidad de Archivos y Bibliotecas en Santiago de Compostela y luego preparar oposiciones para bibliotecas públicas, por aquel entonces, en los años 97-98, aún había ofertas de empleo público en los ayuntamientos. Aprovecho para decir que, pese a muchos malos funcionarios, yo creo cada vez más en los servicios públicos y su rentabilidad social frente a lo privado que, por definición, lo que busca es el beneficio económico.
Aprobar la oposición de bibliotecario del ayuntamiento de Grado fue la mayor lotería que me pudo haber tocado, sobre todo porque no estaba ni diseñada ni prevista para mí. Saqué la plaza en marzo, pero no tuvieron a bien nombrarme hasta agosto y recuerdo haber acudido a la toma de posesión en el ayuntamiento con una camiseta con el emblema, con la S de Superman, y no lo hice por casualidad sino con un ingenuo afán reivindicativo, de autoafirmación. Pero bueno, todo se olvida, o casi. Si en aquella ocasión me hicieron esperar para la toma de posesión de mi plaza de bibliotecario, ahora Plácido, el concejal de cultura, sabe que soy yo el que llevo meses retrasando este acto por una mezcla de pudor, vagancia y vértigo, por no decir miedo. Ahora ya no sería capaz de acudir con una camiseta de superhéroe, soy más prudente, ya no tengo aquellos 26-27 años de 1998, nada que demostrar ni nada que reprochar. De hecho, una de las cosas que más detesto es la pedantería y la prepotencia, venga de quién venga, porque cualquiera puede ser un engreído, desde personas de cierto mérito a otras que no se sabe muy bien de qué presumen.
En la antigua Roma, cuando un general victorioso desfilaba por las calles para ser aclamado por el pueblo, lo solía acompañar un hombre, un siervo, cuyo trabajo era repetirle “Memento mori”… “Memento mori”… “recuerda que vas a morir”, lo que querían decirle era que el éxito no se le subiera a la cabeza, que hay que mantenerse humilde.
Todos, en la cima, en los momentos álgidos de nuestra vida, necesitamos a alguien que nos recuerde que todo es pasajero y que posiblemente nada ni nadie es importante. Memento mori, Donald Trump, memento mori. A mí, me lo recuerdan mis hijos, Mateo y Gustavo, sin saber latín, sin ser conscientes de ello. Cuando se enteraron de mi nombramiento me preguntaron:
—Papá, ¿qué es eso de Cronista Oficial?
—Pues una especie de historiador del concejo— les contesté.
—¿Y cuánto te van a pagar?
—Nada.
—¿Y entonces, porqué aceptaste?
—Bueno, es un honor, como un reconocimiento.
—¡Pufff! ¿Y eso para que vale?
Si, vivimos en una sociedad cada vez más materialista, donde el dinero lo es todo. No se valora lo público. El altruista es un tonto; impera el amiguismo, el enchufismo, las puertas giratorias, el que no roba no es que no quiera, es que no puede. Ya no se valora el mérito ni el trabajo. Ya no existe la satisfacción del trabajo bien hecho. Hoy Heracles o Hércules no sería célebre por sus doce trabajos, sino por su mera condición de semidiós, por ser el hijo de Zeus, cuando lo realmente notable no es lo que uno es, sino lo que hace.
Sí, ya sé que incluso los actos más altruistas del ser humano buscan una recompensa, aunque sea la mera satisfacción de hacer cosas provechosas, una sensación de felicidad o el placer de una buena obra. Nadie es inocente, cuando César García Santiago, editor de La Cruz de Grado, comenzó en 2013 una campaña en las redes sociales para que me nombraran Cronista Oficial, mi hermana Julia colgó un comentario que decía más o menos “¿Pero alguien le ha preguntado a Gustavo?”. Lo cierto es que no, nadie me preguntó si quería ser Cronista. Yo no dije ni mu, no moví ni un dedo. Pero confieso que me dejé querer, a nadie le amarga un dulce.
Por cierto, ¿no sé si contar esto o no?... Si yo estoy hoy aquí es también gracias al Cronista Oficial de Pravia, Pepe Monteserín, y a la Cronista de Las Regueras, Rosa María Rodríguez, ambos también hoy aquí presentes. Y me explico, a César se le ocurrió proponerme como Cronista en 2013 porque acababan de nombrar a Pepe Monteserín en Pravia. ¡Ay, la eterna rivalidad entre los concejos de Pravia y Grao, ¿cómo iba a tener Cronista el uno y no el otro? La segunda ofensiva de César fue en 2015 y el detonante, esta vez, fue el nombramiento de Rosa Rodríguez como Cronista de Las Regueras, así que gracias Rosa y gracias Pepe.
Espero que también mi nombramiento sirva de contagio para que crezca la nómina de Cronistas ya que sólo hay en 27 de los 78 concejos asturianos. La reciente creación de la Asociación de Cronistas Oficiales de Asturias (ACOA, integrada en la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales) a buen seguro que servirá para dar un impulso a esta figura en nuestra región. Además, la asociación ha solicitado ya al Principado el nombramiento de un nuevo Cronista Oficial de Asturias, puesto vacante desde el fallecimiento, hace ya 14 años, de Joaquín Manzanares.
¿Pero qué es un Cronista Oficial? Me preguntaban mis hijos, y no sólo ellos, muchos amigos y vecinos me lo han preguntado estos días. Supongo que mi papel como cronista es observar y escribir, o mejor dicho, describir. No hablo de ver como se hace a través de una fotografía o un video, ni contar como lo hacen las noticias del periódico. Sino observar con mis propios ojos, descifrar lo que veo, interiorizarlo, repensarlo, elaborarlo y devolverlo a la sociedad. Pero tampoco se trata de ver y escribir sobre cualquier cosa, sino específicamente sobre Grao.
También creo que nuestra obligación como Cronistas es comprender antes que juzgar, ser creadores, contadores y no jueces. ¿Debemos tomar partido los cronistas? mi compromiso y mi fidelidad como cronista será sólo con Grau y la verdad. El problema es que, como suele dcirse, la verdad sólo se conjuga en plural, hay una multitud de verdades. Decir la verdad aunque incomode. Debemos preservar nuestra independencia y voz propia, pero esto es complicado, porque los Cronistas somos unos vecinos más de nuestro concejo, con nuestros intereses, nuestros amigos y familiares, nuestras filias y nuestras fobias… En mi caso, además, soy funcionario municipal, ¿supone eso un peligro mayor de desviarme de mi ruta moral y ética? Yo creo y espero que no, es cierto que trabajo en el ayuntamiento, pero yo, como empleado público, siempre he tenido muy claro que no trabajo para los políticos que gobiernan en cada momento, sino para Grado, para los vecinos de este concejo.
Trataré desde hoy mismo de ayudar en el estudio, la conservación y la puesta en valor de la historia, patrimonio, cultura y tradiciones de Grao, de nuestra memoria colectiva y lo que nos une como pueblo. Trataré de contagiar mi mosconismo. Amo a Grau. Me encanta vivir en una localidad pequeña, que todo el mundo se conozca, incluso íntimamente, los vínculos de la gente, la reciprocidad, para lo bueno y para lo malo somos como una gran familia, bueno, no tan grande ya sabéis que apenas llegamos ya a los 10.000 habitantes censados en el concejo, pero hay muchos más moscones por el mundo, la mayoría de ellos no se han marchado por voluntad propia, sino porque han tenido que buscarse las fabas lejos de casa.
Es cierto que llevo años escribiendo artículos sobre el concejo moscón en diversos periódicos y publicaciones, pero lo que antes era una afición ahora será una obligación y una responsabilidad. Sera un honor servir a Grau más si cabe de lo que ya lo hacía como bibliotecario y coordinador del área de cultura.
Grado-Grao-Grau…
Grao es la plaza, el mercado tradicional de miércoles y domingos, es el comercio, es la Flor, Santiago y Santa Ana, el pan de escanda, el queso de afuega´l pitu, la barreña, el tocinillo de cielo, el escaldáu, es la FEVE que nos quieren quitar, el Camino de Santiago, el Camín Real de la Mesa, es el río Cubia, el Sama, el Nalón, el Conde Coalla, pero también Toni Pavón, Ramón “el Pesao”, mi bisabuela la Kika, todos y cada uno de los vecinos que somos y hemos sido, es el Areces y Asturhockey, las más de 100 asociaciones y clubs deportivos en activo. Grado no es sólo la villa, es Salcéu y el resto de las 28 parroquias, el pueblo deshabitado de San Andrianu del Monte. La vega de Peñaflor, El Picu La Berza y el Pedrorio, Grau son los canteiros de Villandás, los goxeiros, los tratantes, el bron y los aguilandeiros de San Xuan, el santuario del Freisnu, el sepulcro de Santo Dolfo de La Mata, el puente Peñaflor, la arquitectura de indianos, es cada piedra de cada casa…
Grao es Grau, Grado, Prámaro y moscolandia, y cualquier tópico más que se os ocurra, Grao es todo eso y mucho más.
Para esta tarea como Cronista se presupone mi amor por esta tierra. También garantizo una curiosidad inmensa y prometo ser aplicado aunque no garantizo ser eficiente.
Para todo esto hace falta tiempo…tiempo. Para que yo haya tenido tiempo para escribir este discurso, o cualquier otro de mis artículos, para que haya podido acudir a una reunión o a cualquier actividad, mi mujer ha tenido que asumir mis tareas y obligaciones familiares. Pero ella también tiene su trabajo como profesora de Secundaria, así que a diario son también mis padres los que asumen el cuidado y la educación de mis hijos. Y, aunque la sarna con gusto no pica, tenía que decirlo y agradecerlo públicamente.
Ortega y Gasset escribía en 1930, en El Espectador, que el sostén histórico de la familia no era el pater familias, ni el dios lar, sino el criado, la servidumbre. Hoy, el sostén de las familias son muchas veces los abuelos, criados que ya no cobran, sino que encima pagan.
Abuelos… Quiero acordarme de mi abuela paterna, Julita, de Vega de Anzo. Yo creo más en la ética que en la religión, pero mi abuela era muy creyente y de niño me llevaba todas las semanas a la iglesia de Valduno. Entonces yo era muy tímido, odiaba hablar en público. Tengo grabada en mi memoria unas navidades que los niños de la parroquia teníamos que aprendernos una poesía para recitarla luego durante la misa. Por el altar fueron pasando mis primos y amigos declamando aquellos versos sin equivocarse en una letra, mientras yo esperaba mi turno y me ponía cada vez más nervioso. No empecé mal del todo, pero a mitad del poema me quedé en blanco y fui incapaz de terminarlo. Aún me pongo colorado al recordarlo, también recuerdo a mi abuela en primera fila, las risas de la gente y el cachondeo de los otros guajes. Para la siguiente misa, los niños prepararon un nuevo poema, salvo yo, que repetí el mismo, aunque al menos, en aquella segunda ocasión, sí que pude acabarlo.
No quiero alargarme en exceso, ya saben que los genios simplifican, pero a las personas corrientes nos cuesta un poco más sintetizar lo que queremos contar. Pero en este striptease de sentimientos quiero también decir públicamente que leer tebeos me ha traído hasta aquí. Desde que tengo uso de razón me han gustado los cómics hasta el punto de que soy un coleccionista compulsivo, un friki que dirían mis hijos. Esta misma semana me ha llegado un envío desde Francia y por el afán de leer estas bande dessinée casi no preparo a tiempo este discurso.
Me acuerdo de cada tebeo que he leído, de dónde y cuándo he comprado la mayoría. Recuerdo que una noche de Reyes, cuando ya nos íbamos a casa, al pasar por el quiosco de Carmina, en la calle Cimadevilla, vi en el escaparate un tebeo (de aquella los llamábamos cuentos) de la colección Joyas Literarias Juveniles de la editorial Bruguera, era Robin Hood. Me veo a mi mismo apoyado sobre aquel cristal del escaparate y decir en voz alta que era una pena que ya hubiera enviado la carta a los Reyes Magos, porque aquél era sin duda el cuento que más deseaba en el mundo. En el reflejo de aquel cristal, tras de mí, estaban mis padres. Los Reyes, que por algo son magos, me trajeron aquel Robin Hood que aún conservo.
Antes todos los niños leíamos tebeos y yo tuve la suerte de descubrir a tiempo que hay cómics o novelas gráficas para todas las edades, para jóvenes, para adultos, como aquel primer Zona 84 que me deslumbró en el quiosco del Orbayu, o el primer Metal Hurlant que compré en la librería Byblos. Mi primer manga fue un regalo de mi mujer, fue el número uno de Akira, lo que ella no sabía era que era una colección de 38. Hasta hace poco, 20 años después, no la he conseguido completar. Sí, definitivamente, leer tebeos me ha traído hasta aquí.
Llega el turno de mostrar mi agradecimiento a las asociaciones y colectivos que me propusieron o apoyaron mi candidatura para este puesto. Reconozco que me tranquiliza y me agrada especialmente que mi nombramiento haya sido aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos con representación municipal, así que mis sinceras gracias al grupo de Izquierda Unida, Partido Popular, PSOE y Foro Asturias.
Me van a permitir que acabe dedicando este reconocimiento que hoy se me hace a todas aquellas personas que me quieren y son correspondidas. A mi familia, a esa familia que realmente ejerce de ello. La sangre y el apellido no importan, son los hechos y los actos los que te hacen familia, los amigos de verdad son también familia.
Quiero acordarme especialmente de mis padres que nos lo dieron todo a mí y a mi hermana, igual que hoy se lo dan todo a sus nietos (mis hijos). Gracias por inculcarme el interés por la lectura y la curiosidad, por la educación y la formación permanente, por llevarme (muchas veces a regañadientes) a trabajar la tierra al pueblo, a Vega, a sacar patatas, a la hierba, a la matanza… y todas aquellas enseñanzas de la vida y el trabajo en el campo que uno no aprecia hasta que te haces adulto, hasta que sin darte casi cuenta, lo echas de menos.
A mi mujer, por… por todo, por el ayer, por el hoy y el mañana. Porque no concibo mi vida sin ti. Porque en los matriarcados todo funciona mejor.
A mis hijos. Alguien me recomendó programar este acto el sábado al mediodía, porque vendría más gente, sería mejor horario para la prensa, para salir en el periódico del domingo, para la tele y unos cuantos motivos más. Pero no era posible, los sábados por la mañana Mateo y Gustavo tienen partido de fútbol con los alevines del Club Deportivo Mosconia. De hecho, mañana tenemos que estar a las 9 de la mañana en Avilés. No es este el primer acto en el que yo participo al que acuden mis hijos, pero sí que es especial y me emociona más de lo que creía que estéis aquí conmigo.
¿Y tú de quién eres? Me preguntaban las paisanas y paisanos cuando hacía trabajo de campo por los pueblos del concejo.
—Soy de la villa y de Vega de Anzo— les contestaba yo.
—De la familia de la Kika por parte paterna y del Oso por la materna.
—Soy el nieto de Julita y de Micho.
—Soy el hijo de Rosa y Emilio, los maestros.
—Soy el hermano de Julia.
—Soy Gustavo, soy Gustavo Adolfo… soy tava, casamilia, Adolfo de la vega y otros seudónimos que he utilizado en mis escritos y artículos.
—Soy el bibliotecario.
—Soy Gustablio como me llamaba el añorado maestro azabachero Eliseo Nicolás.
—Soy el marido de Fernanda, el papá de Mateo y Gustavo.
—Y ahora, también soy, Cronista Oficial de Grado-Grao-Grau.
Muchas gracias y viva Grao

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