sábado, 28 de diciembre de 2024

EL AULA DE LAS METÁFORAS

EL AULA DE LAS METÁFORAS

Gustavo Adolfo Fernández

El domingo 29 de febrero, a las 12 de la mañana, se inaugura en la Casa de Cultura de Grado el Aula de las Metáforas, una biblioteca de poesía que está a punto de ser una realidad gracias a la iniciativa del escritor Fernando Beltrán.

El proyecto.

Recuerdo perfectamente la primera vez que hablé con Fernando, una tarde recibí en la biblioteca una llamada telefónica suya, tras presentarse (aunque yo ya sabía que era un poeta asturiano e incluso conocía su obra) me dijo que quería concertar una entrevista conmigo para proponerme “una cosa”, quedamos en vernos a la mañana siguiente y yo supuse que lo que venía a ofrecerme era un recital poético o algo parecido, poco podía imaginar que lo que me iba a contar y proponer haría que, literalmente, se me pusieran los pelos de punta por lo inesperado e ilusionante del proyecto. Fernando pretendía donar a la biblioteca de Grado nada menos que 1700 libros para crear una colección especial y exclusiva de poesía.

¿Por qué Grado? Fernando llevaba ya bastante tiempo barajando esta idea e incluso había recibido varias ofertas de bibliotecas madrileñas, pero una corazonada le hizo acordarse de Grado, el lugar de origen de su familia; lo que propició que finalmente se decidiera por la opción de Grado fue enterarse de que la biblioteca municipal moscona había recibido un premio nacional por su labor de animación a la lectura.

Fernando Beltrán.

“Desde ese descampado

tiran a veces piedras

que rompen los cristales…”

Me resulta difícil hablar de Fernando Beltrán sin dejarme llevar por la pasión. Tal vez sólo los que estamos perdidamente enamorados de los libros, como lo está el propio Beltrán, seamos capaces de valorar en su justa medida su donación. Cuando cada página es una vida, cuesta imaginar lo que supone desprenderse de casi mil setecientos libros; Fernando diría que “no me desprendo de nada, mis libros siguen en casa, en mi nueva casa de Grado”.

“esta verdad de habernos

juntado todos

y este espacio tan triste

de la ciudad a veces” 

Fernando nació en Oviedo en 1956, aunque su familia es originaria de la localidad moscona de Bayo. Con 14 años se traslada a Madrid, ciudad en la que vive actualmente, aunque siempre que puede vuelve a su querida Asturias. Además de poeta, es profesor del Instituto Europeo de Diseño y fundador del estudio creativo El Nombre de las Cosas.

“el deseo sin fin

de la mujer poema”

Leopoldo Sánchez Torre es probablemente quien mejor conoce al Fernando poeta y su obra. En el prólogo de “El hombre de la calle”, Leopoldo nos dice que “la de Fernando Beltrán es una poesía amiga, una poesía que acompaña; uno se instala en sus poemas como en su propia casa, se arrellana cómodamente en sus versos, se deja traer y llevar por su ritmo ágil y absorbente, se deja mecer por el acogedor vaivén de su palabra. Sin embargo, cuando uno se da cuenta, ha comenzado un inquietante paseo por la conciencia: uno empieza rápidamente a emitir interrogaciones, a preguntarse por su propia identidad, por su naturaleza, por su condición de individuo y de ser social”.

“me dices que te cuente

y he de hablarte

algunas lluvias previas” 

La obra poética de Fernando Beltrán incluye, entre otros títulos, “Aquelarre en Madrid” (Adonais, 1983), “Ojos de Agua” (El Observatorio, 1985), “Cerrado por reformas” (La Favorita, 1988), “Gran Vía (Libertarias, 1990), “El Gallo de Bagdad y otros poemas de guerra” (Endymión, 1991), Amor ciego” (Huerga y Fierro, 1995), “Bar adentro” (El Barco Ebrio, 1997), “La semana fantástica” (Hiparión, 1996) y “Trampas para perder” (El Barco Ebrio, 2003). Es también autor de varios artículos y manifiestos como “Perdimos la palabra” (El País, 7-2-1987) o “Hacia una poesía entrometida” (Leer, 1989); su obra poética completa ha sido recogida en la antología “El Hombre de la Calle”, publicada en la colección Maillot Amarillo (Diputación de Granada, 2001) y traducida recientemente al francés y publicada con el mismo título (L´Homme de la Rue) por la editorial L´Harmattan.

 

“dijo tengo sueño

y se quedó dormido” 

La metáfora en el calendario.

Volvamos a la gestación del Aula de las Metáforas. Como es lógico, el Ayuntamiento de Grado estuvo encantado desde un principio con la propuesta de Fernando Beltrán, y hay que agradecerle a la concejalía de cultura su total implicación y apuesta decidida por este proyecto. El Aula era un poema inacabado sobre el que se trabajaba y que poco a poco iba tomando forma, Fernando encontró el nombre perfecto -Aula de las Metáforas-, se buscó el espacio más adecuado para instalarla, se materializó el donativo, se presentó el proyecto a la prensa… y llegó el momento de fijar una fecha para la inauguración. Recuerdo que estábamos reunidos en las propias dependencias donde se iba a instalar el Aula, todos callamos por unos instantes pensando en el día más adecuado…yo miré a Fernando que se había sentado como para concentrarse mejor, de repente dio un salto y nos preguntó si el 2004 era año bisiesto, así, gracias a aquella inspiración del poeta, se fijó un 29 de febrero como fecha simbólica, en palabras del propio Fernando “escogimos ese día porque es una metáfora en el calendario”.

El Aula de las Metáforas va a ocupar unas dependencias de la planta baja de la Casa de Cultura, un lugar elegido por el propio Beltran y al que es necesario acceder haciendo una reverencia (para que entendáis esto que acabo de decir, no os queda otro remedio que venir a Grado a conocer y a disfrutar de esta biblioteca de poesía).

El lote de libros donados por Fernando ya ha comenzado a incrementarse con donaciones de otros autores e instituciones, pero hay que destacar sobre todo la colección de cuadros y esculturas que adornarán el Aula, y que también han sido donados por artistas de tanto prestigio como Juan Carlos Mestre, Jesús Peñamil, el premio nacional de diseño Pepe Gimeno, el fotógrafo Carlos de Paz, los escultores Pep Carrió, Miró y Pepe Hernández, o el ilustrador de Babelia y El País, Fernando Vicente. En los tiempos que corren, resulta gratificante comprobar que aún hay gente que hace cosas de forma totalmente altruista; además de la donación de todos estos libros, cuadros y esculturas, el prestigioso estudio de Jesús Moreno (Moreno y asociados) nos ha diseñado gratuitamente el espacio destinado al Aula, personas como el poeta Fernando Menéndez se han ofrecido a colaborar con nosotros y Rafael Celda nos ha obsequiado con un maravilloso logotipo.

El logotipo.

El destino es a veces caprichoso. Conocí a Rafa Celda en Madrid, en el Ministerio de Cultura, cuando la ministra Pilar del Castillo entregó el premio a nuestra biblioteca. Rafa estaba allí como autor de otro precioso logotipo, el del Plan Nacional de Fomento de la Lectura. Rafa, además de ser un reconocido diseñador gráfico, es una persona entrañable y extrovertida que enseguida congenió con la delegación moscona que había acudido a Madrid, incluso conservo alguna fotografía en la que aparece charlando animosamente con los niños que nos habían acompañado a recoger el galardón.

Rafa Celda, amigo personal de Fernando, ha tenido el detalle no ya de hacernos el logotipo, sino de venir a Grado a presentarlo y colaborar en varias gestiones, propuestas e ideas sobre el Aula. Durante su estancia en Asturias, a Rafa le preguntaron varias veces sobre lo que había tratado de representar con su diseño, me alegro de que no quisiera responder y comparto su opinión de que lo importante es lo que sugiere esa imagen a cada uno, sin que nadie te diga lo que debes ver en ella, no me gustan los diseños que vienen con libro de instrucciones.

El Aula de las Metáforas.

La última vez que hablé con Fernando -ayer mismo- para ultimar algunos detalles, me dijo “se sabe donde comienza, pero nunca donde concluye una metáfora”. El punto de partida será el próximo domingo día 29, con un acto de inauguración del que prefiero no adelantar nada. ¿En qué se convertirá en el futuro el Aula de las Metáforas? Quizá en una modesta “Biblioteca de Alejandría” de la poesía, o quizá en un pretexto y un contexto para actividades de animación a la lectura, sin duda en un lugar de encuentro, de lectura, de reflexión… en suma en una biblioteca, que siempre es mucho más que una simple colección de libros. El futuro del Aula está por escribir, en todo caso… disfrutemos del presente.

(Publicado en La Nueva España el 10-2-2004)


SAN PEDRO DE VEGA DE ANZO

SAN PEDRO DE VEGA DE ANZO

Gustavo Adolfo Fernández

Todos sabemos que San Pedro es la "piedra", el cimiento sobre el que Jesús edificó la Iglesia, el primer obispo de Roma y fundador del pontificado. Pero para los vecinos de Vega de Anzo la figura de San Pedro tiene por añadidura un significado muy especial. Así, en torno a la modesta pero emblemática capilla que lleva su nombre, todos los años se celebra una misa que reúne a las familias no sólo de Vega, sino también de La Fontana, El Llano, Llera, Sobrepeña, La Caborna, Bellota y alrededores. Un acto religioso que también tiene su importancia social como punto de encuentro de parientes y amigos que quizá llevan demasiado, siempre es demasiado, sin verse.

Año tras año San Pedro es testigo de la fidelidad  de las gentes que siempre acuden a rendirle culto en un marco incomparable. De la centenaria capilla parte la corta pero sentida procesión con la imagen del santo, para llegar a la antigua escuela (felizmente restaurada) donde se celebra la misa. Cada año se ve alguna cara nueva al aumentar alguna familia; los niños van creciendo y cambian los pantalones cortos por los largos; a los más veteranos, cada vez les cuesta más subir el camino que lleva a la capilla; y otros, tristemente ya no pueden acudir al no estar ya entre nosotros, pero nos consuela saber que San Pedro que tan bien nos conoce a todos, tiene en su mano las llaves del Cielo.

Desde que San Pedro (el 29 de junio) ya no es día festivo, la misa en la escuela se ha trasladado al primer domingo siguiente, aunque el día 29 continúa celebrándose una misa por los difuntos. Atrás quedaron otros tiempos en los que, al calor de la festividad de San Pedro, también se celebraba romería en el pueblo. Y más atrás aún, cuando la capilla todavía estaba en su anterior emplazamiento de La Fontana, tenemos que buscar la bonita  tradición popular que nos habla de una gran sequía. Los vecinos, desesperados al ver sus campos cada vez más secos y que continuaba sin llover, decidieron llevar la imagen de San Pedro al río Nalón. La tormenta que siguió fue tan grande que los "goxos" en los que se recogía el trigo fueron arrollados hasta el propio río. Desde entonces se celebra anualmente una "misa de las nubes" para pedir que no haya más tormentas.

Otra tradición recuerda una ocasión en la que se colocó un ramo de planta de San Juan en la mano de la imagen de San Pedro. Una planta que echó raíces, las mismas que nos hacen volver aunque sea una vez al año a la capilla, a la escuela, al pueblo.

(Publicado originariamente en el año 2001 en la Hoja Parroquial de Santa Eulalia de Valduno)

miércoles, 9 de octubre de 2024

Glosa “Mercáu de Grau” Moscón de Oro Local 2024

Glosa “Mercáu de Grau” Moscón de Oro Local 2024

Gustavo Adolfo Fernández (05/10/2024)

¿Se imaginan ustedes una mañana dominical en Grau sin su mercáu tradicional? Resulta difícil, casi imposible. Las principales calles y plazas de la villa conforman un cuadro costumbrista que se repite cada domingo (y cada miércoles) desde hace siglos. Los vendedores madrugan más que el propio sol para preparar este lienzo que se va poco a poco llenando con las pinceladas de gentes y mercancías.

La paleta de colores incluye los variados productos de la rica huerta moscona, frutas y frutos de temporada, los siempre citados quesos de afuega´l pitu o los panes de escanda, artesanía, herramientas, ropa y calzado, un arco iris de productos de todo tipo. Sin este cuadro del mercado, los domingos moscones serían una galería de arte vacía.

El mercáu tradicional de Grau recibe hoy el Moscón de Oro Local 2024 y todos estaremos de acuerdo en que es un galardón más que merecido por su importancia económica para el concejo, como emblema y seña de identidad local, por tantas cosas que pueden añadir ustedes mismos los adjetivos y piropos que quieran.

El origen del mercado moscón debemos remontarlo a la propia fundación de la puebla o pola de Grado allá por el siglo XIII. Estas pueblas, precedentes de las actuales villas asturianas, fueron creándose jurídicamente durante los siglos XIII y XIV merced a concesiones reales o eclesiásticas y por medio de las denominadas cartas de población. Lamentablemente no se conserva la carta puebla de Grado, pero por referencias indirectas sabemos que fue concedida por el rey Alfonso X el sabio antes del año 1256. Así que Grau y su mercáu tienen al menos 768 años de historia.

El contenido de todas estas cartas puebla era similar y solía incluir la concesión del privilegio de celebrar un mercado semanal. Normalmente también se señalaba el emplazamiento de este mercado y el día de la semana de su celebración para que no coincidiera con el de otros concejos de la zona.

La importancia social y económica que adquiere el mercado de Grau se debe a la posición estratégica de la villa junto a importantes vías de comunicación (el Camín Real de la Mesa y el Camino de Santiago), por ser el centro de una extensa comarca, por las fértiles tierras de su vega, su proximidad a Oviedo y ser la puerta del suroccidente asturiano. Precisamente cuando el cronista Álvaro Fernández Miranda nos habla en 1907 de los “concurridísimos y abundantes” mercados moscones, nos dice que “en la capital los llaman la despensa de Oviedo”,  una fama que perduró en el tiempo y no sólo en relación con la capital del Principado, ¿qué moscón de cierta edad no recuerda los camiones de revendedores que partían cada domingo llenos de mercancías hacia Mieres y otras localidades?

A mediados del XVIII había en Asturias 37 mercados semanales que se celebraban en las villas cabeceras de comarca. Algunas de estas localidades como Avilés, Gijón, Luarca, Navia y la propia Grado, contaban con dos mercados a la semana. Pero de ellas, sólo Grado conserva hoy los dos.

La Flor de Grau, declarada el año pasado fiesta de interés turístico regional, era históricamente el primer gran mercado, la primera feria, tras la invernada y la llegada de la primavera.

En el Catastro de Ensenada, de 1752, se dice que las ferias de la villa eran las de La Flor y la Florina, y duraban tres días. He de confesarles que me fascina ese nombre de Florina, con ese diminutivo en -ina de resonancia tan cariñosa y a la vez tan típicamente asturiano.

No sé cuándo dejó de utilizarse Florina para designar a esta tradicional fiesta y feria que hoy, 272 años después, conocemos como la Segunda Flor, pero su nombre ha ido cambiando ligeramente a lo largo del tiempo. En 1907 Fernández Miranda habla de “La Flor primera y la Flor postrera” que duraba entonces dos días, domingo y lunes. En los años 20 del siglo XX ya se habla de La Flor Primera y La Flor Segunda, que tienen lugar el primer domingo tras la Pascua de Resurrección y siete semanas después.

No pretendo que se le cambie el nombre a la Segunda Flor…. (o sí), pero quizá podría recuperarse de alguna manera esta palabra tan guapa de Florina para que ambas denominaciones convivan.

A finales de este siglo XVIII, y sobre manera desde el XIX, comienza la decadencia de los mercados periódicos asturianos con la creación de un comercio de tiendas permanentes.

Grau sigue siendo hoy en día una importante villa comercial, de servicios y ocio para toda la comarca. Y su mercáu sigue siendo uno de los principales reclamos y eje vertebrador de la economía moscona. Hace unos años se dieron pasos importantes con la consolidación de mercados temáticos y especializados (los populares mercadones) como el Certamen de la Escanda. A lo largo del año se celebran ferias de ganado como la Caída, los Prados o San Simón. 

Sin ir más lejos actualmente está en ejecución un plan global municipal, financiado con fondos europeos, centrado precisamente en potenciar el comercio local y los mercados, que incluye la peatonalización de calles y plazas del centro de la villa, paneles informativos con información comercial y turística, cursos de formación o la creación de una plataforma digital.

Prácticamente todos los vecinos del concejo tenemos vínculos familiares con comerciantes o con vendedores de la plaza.

No es casual que Hijos ilustres de esta tierra hayan sido precisamente comerciantes como César Rodríguez y Pepín Fernández, fundadores del Corte Inglés y Galerías Preciados. O que el mismo Valentín Andrés Álvarez orientara su vida profesional hacia la economía. Su hijo mayor, Valentín Álvarez Corugedo, dejó por escrito una anécdota muy significativa:

Durante una visita a España del premio Nobel de economía Vasili Leontief, le preguntó a Valentín Andrés sobre sus escritos de Teoría del Mercado y éste le contestó lo siguiente (y leo literalmente las palabras que Álvarez Corugedo atribuye a su padre): “Mire usted, sobre el mercado todo lo aprendí en Asturias, en mi pueblo natal de Grado; allí se celebran dos mercados semanales; en ellos se dan las mismas situaciones que en cualquier mercado mundial o bolsas de comercio, desde la libre competencia, el monopolio, o cualquier otro fenómeno”.

Hay que desterrar la idea de que el mercado es un fenómeno exclusivo de la villa. Son los productos y productores de los pueblos del concejo y la comarca los que históricamente han dado contenido y prestigio a este mercado.

En Grau tenemos un cantar, un dicho con algunas variantes que dice más o menos: 

“Una tienda en cada esquina

hay en la villa de Grau,

los hombres en la taberna,

las muyeres trabayando”

Y es cierto que el comercio en general y especialmente los puestos del mercado han sido siempre en Grau un fenómeno eminentemente femenino.

Por eso es de justicia que hoy sea una mujer, Ana Álvarez Riesgo, la que recoja este galardón en nombre de todas las vendedoras que han pasado durante siglos por la plaza. Les invito a que cada uno de ustedes se imaginen a su particular vendedora recogiendo este premio. Podrá ser un familiar, una madre, una abuela o (en mi caso, mi bisabuela la Kika). O quizá sea su vendedora de confianza de toda la vida, que quizá ya no esté y perviva sólo en sus recuerdos, en su corazón, o quizá siga aún hoy con su puesto en el mercáu. Puede ser una sólo o varias, o muchas, o todas, sí son todas las vendedoras y todos los vendedores, empleados municipales y vecinos que aportaron en mayor o menor medida su granito de arena para que el mercáu de Grau se convirtiera en un referente comercial, económico y también social.

Pero es que en esencia somos todos los moscones los que recogeremos hoy este premio, más nuestro que nunca.

El vínculo identitario de la villa y todo el concejo con su mercado permanece hoy intacto. Los moscones mercadeamos cada domingo, las gentes de los pueblos reservan los miércoles para bajar a la villa para hacer sus recados, sus enredos como solemos decir. Pero la plaza moscona es además el punto de encuentro social preferido para los habitantes de toda la comarca.

Para conocer el mercáu de Grau no hace falta ir a un museo, basta, qué suerte, con venir una mañana de domingo o miércoles a la villa. Pero para comprender su origen y evolución sí. Para eso el Ayuntamiento inauguró hace poco la nueva sede “Villa y mercau” del Museo Etnográfico y de Historia de Grau, centrada precisamente en la historia de la villa, su popular mercáu, su actividad comercial e industrial.

Además de fotos históricas y objetos de comercios emblemáticos cedidos por los vecinos, les recomiendo que vean el documental creado con fondos del Archivo de la tradición Oral de Ambás en el que se muestran una serie de testimonios de vendedores y comerciantes que narran en primera persona la historia del mercáu, hablan de sus historias de vida en el mercáu, del vicio (como ellos mismos dicen) de vender en el mercáu.

¿Se imaginan ustedes una mañana dominical en Grau sin su mercáo tradicional? Resulta difícil, casi imposible… y además no hace falta que lo hagan, tal cosa no va a suceder. Será un mercado diferente, en un Grau distinto, serán otras personas las que mercadeen, pero a buen seguro que nuestro mercáu de Grau seguirá ahí afuera, aquí al lado, durante al menos otros 768 años más.

Muchas gracias.