miércoles, 7 de septiembre de 2022

Retrovisor (versión original no publicada)

Retrovisor

Gustavo A. Fernández

Uno de los ritos de paso de la adolescencia moscona era, es y (confiemos) seguirá siendo, ir en tren durante el verano a la playa del Aguilar. Recuerdo la anécdota de un amigo que en uno de aquellos viajes a la playa, a finales de los años 80, nos sorprendió a todos al advertirnos que preparásemos los billetes porque venía “el retrovisor”.

— ¡Se dice revisor, animal! —Le dijimos nosotros entre risas.

Mi abuelo Micho fue revisor de la FEVE. Todos sus nietos lo acompañamos en su último trayecto el día que se jubiló. Como siempre me había fascinado su uniforme, me regaló su chaquetón azul de trabajo que a los pocos días algún malnacido me robó en el instituto.

La FEVE, el vasco, el tren es parte fundamental de la historia de Grau y de toda esta comarca del Bajo Nalón. ¿De verdad quieren cerrarlo?

—Es que no es rentable— dirán algunos mientras se rescata con dinero público bancos, autopistas y otros negocios privados.

—Es que cada vez hay menos viajeros— Cierto, pero hay que preguntarse el porqué. No hay una sola respuesta pero poco ayuda la falta de inversiones, de personal y planificación, que los horarios y servicios resulten poco adecuados, que no se optimicen los tiempos ni se favorece la puntualidad, que no se planteen paradas bajo demanda ni se modernicen las líneas, que se alarguen las paradas en estaciones como la de Trubia…

Será casualidad y mala suerte, pero el pasado 7 de diciembre la clase de mi hijo pequeño fue de excursión en tren y al regresar de Oviedo sufrieron todo un cúmulo de incidencias. Llegaron con tiempo suficiente a la estación y, para que los 40 críos no tuvieran que pasar uno por uno por los tornos, solicitaron que les abrieran las puertas, algo que sorprendentemente no pueden hacer in situ sino desde una centralita situada en El Berrón. Como no acababan de abrirles las dichosas puertas, uno de los profesores se adelantó para pedir que el tren esperara por ellos, pero le dijeron que no podían. Tuvieron que aguardar 45 minutos hasta el siguiente tren, que resultó minúsculo, con apenas 20 asientos para tantos pasajeros que aquello parecía un metro de una gran ciudad en hora punta. Pero la cosa no acaba ahí, este segundo tren se averió y ni siquiera pudo arrancar. Nueva espera por el tercer y definitivo transporte que por fin les llevó a Grado. Tras la correspondiente queja del colegio todo fueron disculpas, pero era tarde, cuarenta niños y otras tantas familias de Grau ya se habían llevado una nefasta impresión.

Hace unos días se celebró en la Casa de Cultura de Grau una jornada para analizar la situación de esta línea Oviedo-San Esteban. Yo no pude acudir pues me había comprometido previamente con una reunión de archiveros, pero me tranquilizó la masiva asistencia ciudadana y el compromiso de los políticos locales y regionales asistentes para defender nuestro tren de cercanías como medio de transporte público, sostenible y vertebrador de la zona rural.

(Versión original que, por ser más larga que el espacio reservado en La Voz del Cubia nº 15, tuve que reducir ligeramente)

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