viernes, 17 de enero de 2025

Adolfo Prieto y la escuela de Sama

ADOLFO PRIETO Y LA ESCUELA DE SAMA

Gustavo Adolfo Fernández

Un impresionante busto, obra del prestigioso Víctor Hevia Granda, preside la escuela de Sama de Grado. Sobre un altísimo pedestal se nos muestra la figura muy realista de un hombre maduro, con traje y porte impecables, de sus facciones destacan una poderosa nariz y una frente prominente, sus grandes manos sujetan un documento a buen seguro de gran importancia, sin embargo, su atención y su vista se dirigen al frente, hacia el pueblo que le vio nacer. El personaje es Adolfo Prieto, otro moscón, otro asturiano que tuvo que emigrar para hacer fortuna al otro lado del océano.

Adolfo Prieto y Álvarez de las Vallinas nació el 15 de mayo de 1867 en Sama de Grado. A los 23 años dejó sus estudios de filosofía y letras en la Universidad Central de Madrid para emigrar a México, donde se convirtió en una figura clave del sector industrial desde que en 1907 se hizo cargo de la dirección de la compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. Su influencia en este país americano fue tan importante que incluso una calle de la ciudad de Monterrey lleva su nombre. Durante su vida ocupó otros muchos cargos de relevancia, fue gerente de la Sociedad Mercantil Ibáñez y Prieto, presidente de la fábrica de Hilados y Tejidos de Lana “La Victoria”, creó empresas industriales y minerales como la compañía Manufacturera de Lana de San Luis Potosí, El Cerro del Mercado S.A., la siderurgia de Monterrey o el Banco Popular de Edificación y Ahorros también de Monterrey, además fue presidente del Casino Español y miembro del Patronato Mejicano.

Destaca también su faceta filantrópica como promotor de centros de beneficencia, hospitalarios y educativos. A él se debe la fundación de las Escuelas “Acero” que hoy llevan su nombre y destinadas a la educación de los hijos de los trabajadores de la compañía Fundidora.

Adolfo Prieto fallecía en México el 11 de enero de 1945 y ese mismo año se instalaba un busto suyo ante la fachada principal de la escuela de Sama.

Esta escuela, financiada por el propio Don Adolfo y bautizada con el nombre de “Grupo Maria Josefa” en memoria de una hija suya fallecida, es un gran edificio cuadrado en torno a un patio central. Pero cualquiera que conozca el inmueble sabe que su elemento más característico y singular son sus vistosos azulejos que combinan escenas del Quijote con refranes y dichos como “a camino largo paso corto, menos mantel y más de comer, no bebas sin ver ni firmes sin leer, a barco nuevo capitán viejo, para el caído sólo hay olvido” y tantas otras frases geniales que darían para llenar toda esta columna.

Hoy tan sólo seis niños acuden a la escuela de Sama donde ocupan como aulario una de las alas del edificio. Se acaban de finalizar las obras de adecuación de otra de las alas –la izquierda- como consultorio médico, pero aún queda por acondicionar y por utilizar gran parte de la escuela. Está previsto instalar allí un museo o exposición etnográfica permanente con las numerosas piezas que ha ido recogiendo Olvido, una vecina de la localidad, y dotar a la asociación vecinal “La Castañar” de un local para reunirse.

Desde su pedestal Don Adolfo seguirá viendo el ir y venir de sus vecinos, mirando satisfecho hacia el pueblo que le vio nacer.

(Publicado en la Nueva España el 8-2-03)

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